Me acuerdo que hace algunos años no quería crecer, ahora es todo lo contrario, quiero crecer, no volvería atrás por nada. Cuando voy por la calle miro a los niños, los jóvenes con uniforme y me siento tan ajena a esa realidad y me duele el estómago de sólo recordar esos días en que pasaba 8 horas al día en el colegio, encerrada como delincuente, controlada como se controla a personas tontas que no saben qué hacer con sus vidas. Por fin el mundo es un mejor lugar para jugar, donde sí hay cosas qué estudiar y hay un horario, más por necesidad que por afán de ser controlados. Es un mejor lugar, donde aprendo lo necesario y el resto del tiempo es mío, es nuestro, puedo disponer de horas para pasear, pintar, escribir, conversar... no chatear. Hay tiempo, mucho tiempo... Ojalá el suficiente para poner las cosas en su lugar. Estoy segura que sí.
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