Estas vacaciones han sido muy raras; en primer lugar han durado 3 meses hasta el momento y todavía queda un mes. Diciembre tuvo lo normal, salida del colegio, PSU, graduación, fiesta de gala, cosas, salidas por ahí... cosillas. Enero fue una lata por donde lo mire, digamos que basicamente hice nada reelevante. Cosas irrelevantes sí, muchas, sobre todo Cata attack, o como se escriba. Lo bueno vino hasta el final del mes cuando comenzó en serio la preparacón de las misiones. Ahí todo fue un calentamiento de cabeza... muy complicado, pero todo ese quebradero de sesos valió la pena cuando ya llegó febrero y con él las misiones.
Las misiones fueron una bendición, pienso que fue un buen grupo y un muy buen ambiente el que se generó en esa semana, creo que las personas que fuimos necesitábamos una experiencia así. Cada uno aportó lo que tenía y se mostró generoso a la hora de amar. Incluso cuando yo vi que habían cosas con las que no iba a poder en ese grupo vi que no estaba sola, porque además de la mano de Dios, estaban ahí personas que fueron de gran ayuda y con quienes sentía que podía contar. Como siempre recibí mucho más de lo que esperaba y lo agradezco profundamente.
Al día siguiente de llegar de las misiones partimos a Valparaíso por 9 días, y no creo necesario especificar la intensidad con que se vive en Valparaíso... Por las mañanas a un lugar, por las tardes a otro lugar y si la vida resistía también la noche exigía su propia actividad. Cristal en vivo nos dio un gran regalo, no tanto con Attaque 77 como con Lucybell. Cuando llegó la Cami fue como comenzar otra vez esos días, porque yo sabía que esos momentos los habíamos esperado.
A la vuelta a Santiago sólo dormí dos noches en mi cama ya que al tercer día hice maletas y partí a Pirque, de retiro con la comunidad, fueron dos días vividos con mucha intensidad, supongo que Dios estaba pidiéndome hace tiempo una concreción en cómo vivo el amor, y eso se dio.
Las misiones fueron una bendición, pienso que fue un buen grupo y un muy buen ambiente el que se generó en esa semana, creo que las personas que fuimos necesitábamos una experiencia así. Cada uno aportó lo que tenía y se mostró generoso a la hora de amar. Incluso cuando yo vi que habían cosas con las que no iba a poder en ese grupo vi que no estaba sola, porque además de la mano de Dios, estaban ahí personas que fueron de gran ayuda y con quienes sentía que podía contar. Como siempre recibí mucho más de lo que esperaba y lo agradezco profundamente.
Y en menos de una semana más me veo haciendo maletas nuevamente, ahora me voy por una semana a Viña con las misioneras de la comunidad. Espero que ese sea un buen final. Estoy muy feliz mirando lo que puede ser este año. Lo he dicho como 300 veces y no me canso de hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario