domingo, 1 de enero de 2012

Nuevo pánico


Hace algunos días tuve un sueño en el que yo paseaba por un cementerio muy feo, o tal vez no tanto, pero sí desordenado de nichos altos, flores regadas por todos lados, y lápidas con rostros horribles y empolvados, además de citas en latín hablando de muerte y resurrección. Yo tenía en recorrido diario, monótono y específico en el que siempre se aparecía una monja fantasma vestida de negro, cargando una gran cruz y una imagen pequeña de la virgen que cabía en una mano. La monja fantasma caminaba lamentándose y un día me dijo algo que no recuerdo, pero yo le dije "¿Cómo es estar muerta?... Antes no le tenía miedo a la muerte, ahora le tengo pánico." En ese momento yo comencé a portar la pequeña imagen de la Virgen en una de mis manos y cercana siempre a una pequeña cruz de rosario que llevaba colgando creo que de la cintura. Comencé a caminar buscando la salida del cementerio, pero me perdí, en cada pasillo de nichos por el que me internaba se cerraba ante mis ojos y me estrellaba con todo mi cuerpo sobre tumbas blancas con letras negras. De pronto me encontré en un pasillo blanco de nichos altos y vi que San Francisco caminaba alejándose, yo al reconocer su espalda comencé a gritarle para preguntar por una salida, pero no se volvió, entonces caminé hacia él y en un pasillo amplio y perpendicular iba caminando San Pío de Petrelcina acompañado de otras personas, abrumada por el terror corrí en otra dirección. En eso me encontré con una monja que estaba viva, era joven y al parecer la conocía por que según recuerdo yo también era monja. Ella también estaba perdida en su recorrido cerrando las rejas de als tumbas para que no se escaparan las almas de los difuntos. Intentamos salir de ahí, pero era imposible. En un momento de nuestra difícil y confusa huída yo sentí que algo se movía en el bolsillo de mi hábito y recordé que llevaba un alacrán (aparentemente era mi mascota) y lo dejé salir, pero cuando lo dejé en el suelo se transformó en una langosta roja y violenta que me perseguía. Mi compañera la tomó de la cola y la lanzó lejos para darnos tiempo de correr, pero no fue suficiente. Entonces llegó alguien en un auto, se bajó y con una tijera gigante cortó la cola del alacrán y este murió. Con mi compañera continuamos corriendo en busca de una salida, pero sólo llegamos a un lugar donde unas campesinas de unos 60 años trabajaban la tierra y al vernos corriendo tan aterrorizadas, se dispusieron a ayudarnos a salir y a acomodarnos la ropa que estaba desordenada a causa de la carrera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario