domingo, 1 de enero de 2012
Una carta
Hace un año que te fuiste, en silencio, casi sin anunciarlo... Digo casi, porque aunque era evidente que ocurriría, yo no llegué a dimensionarlo en el momento oportuno, o sólo no quise creerlo. Fue increíble hasta después de que te despedimos.
Antes de que te fueras, un día te fui a ver y esperaba que me miraras, pensé que podría ser, y no fue así, sentía que de alguna forma volverías, que no era el momento de que te fueras. Fue un día bastante triste para mí, tomaba tu mano y pensé que ibas a despertar.
Fue tan rápido y tan lento a la vez... Tan esperado como inesperado.
Siento que tanta fortaleza no me dejó expresar todo lo que sentí en ese momento, pero este año me he vuelto otra persona y siento que ha sido gracias a ti, porque sacas de los bolsillos de Dios lo que necesito y me lo das. Descubro que vale la pena arriesgar el amor cuando es tiempo, que no se pierde nada entregando amor a todos, que cuando menos lo esperamos el tiempo se acaba y quedan cosas por decir, abrazos por dar... Sé que tu cariño sigue con nosotros, has sido testigo de lo que hemos vivido sin ti, y sé que has hecho mucho por nosotros.
Por mi parte hago lo posible para que conserves ese orgullo que sentías por cada uno de nosotros, siento que nunca me importó tanto hasta que dimensioné que descubrirías todo lo que soy. Espero que no te hayas decepcionado. A veces tengo miedo de lo que debo hacer y pienso que me gustaría que estés orgulloso en el Cielo. Haré lo posible cada día.
Te extraño y te quiero mucho... Nos vemos cuando sea el momento, espérame.
Con amor,
Tu nieta.
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