viernes, 5 de abril de 2013

Volantín

A veces se siente que el agua ya llegó al borde, porque una siente que en la película de la vida, alguien decidió poner pausa justo en la esena en que el malo te tomaba y te amarraba, cuando estabas pasándolo tan mal, alguien decidió que eso venía bien y que era bueno dejarlo ahí por un buen rato... más que un rato.
Es que es molesto sentir que una es como un volantín encumbrado desde casa, que no importa lo lejos que vaya SIEMPRE estás amarrado al hogar, y en el hogar te sientes amarrada, asfixiada... sola.
Y la vida se arrastra afuera, muy volantín será una pero no uno liviano, parece que siempre estuviera a punto de estrellarme en un árbol, en los cables, o que me dan hilo pero en verdad no vuelo, y el viento no corre, porque nadie lo hace correr, pero dependes de que haya viento... no hay control, y el papel se rasga... ¿Hay algo que pueda hacer? Se siente como tener las manos atadas, la boca apretada, el esqueleto cansado, la boca llena de sangre... y mientras nadie ponga play no va a pasar. Los volantines no se elevan solos aunque haya viento... necesitan de alguien más y quizás alguien más. 
Estos días han sido los más alienantes de la vida, ha sido embarrarse de la monotonía de una rutina asesina, hacer lo que nadie quiere hacer y no poder hacer lo que se quiere hacer, saber callarse porque nadie quiere escuchar, arrastrarse, arrastrarse y arrastrarse, sola... tan sola.

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